
Un día cualquiera, precisamente hoy jueves, en una siesta de esas que detienen el tiempo, una señorita decidió aventurarse en su paseo diario, ritual de sus menesteres físicos.
Caminando por la Calle Lombardía, tropezó con lo insólito: un bife de pulpa, cortado para milanesa, colgaba en el alambre de púa que guardaba los límites de un campo vecino.
Era una imagen que desafiaba la rutina, un retazo de carne atrapado en el metal frío, suspendido entre el cielo y la tierra, como un símbolo de lo absurdo que a veces nos regala la vida.
En la quietud de la siesta, esa carne parecía contar una historia, una que solo se podría hallar en los rincones más olvidados de la memoria.
¿Cuál será la verdad y por qué este retazo de carne salido del afilado cuchillo de un misterioso carnicero terminó colgado en ese lugar como si estuviérase exhibiendo una obra de arte en el museo de Louvre?
Fuente: Radio Show Chajarí
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