
Es preocupante, o al menos los dirigentes y candidatos tendrían que estar preocupados. También la ciudadanía que sabe lo que costó llegar a tener nuevamente un gobierno democrático. Pero la realidad demuestra que la preocupación está ausente o es menor y mucha gente no concurre a votar, dejando de esta manera de lado uno de los elementos fundamentales del sistema democrático: la posibilidad de elegir gobernantes mediante el voto.
Lo sucedido en la ciudad de Córdoba el pasado domingo es una muestra clara. Participó el 60,26 por ciento de las personas habilitadas para emitir sufragio. O sea, casi 4 de cada 10 personas que podrían haber votado optaron por no asistir, por no hacerlo, por quedarse en su casa o salir de paseo. Además hay que tener en cuenta que, del porcentaje que sí votó, algo menos del 2 por ciento lo hicieron en blanco.
Pero hay otros datos semejantes surgidos de recientes elecciones en algunas provincias, en las que la baja participación electoral fue puesta en evidencia.
Citamos: en Salta el ausentismo fue del 30 por ciento, en Jujuy del 25 por ciento, en Tucumán el del 16 por ciento, en Formosa del 24,5 por ciento, en Chaco del 41,6 por ciento, en Corrientes del 33,9 por ciento, en Misiones el 29,2 por ciento, en Santa Fe del 35 por ciento, en La Rioja del 29,9 por ciento, en San Juan del 24 por ciento, en San Luis del 22 por cienrto, en La Pampa del 26 por ciento, en Neuquén del 23 por ciento, en Río Negro del 31,8 por ciento y en Tierra del Fuego no fue a votar el 28,7 por ciento de las personas habilitadas.
A estos porcentuales hay que sumar los votos en blanco, que es la manera que tiene el votante de afirmar que ningún candidato le interesa. El voto en blanco creció en ocho de las provincias en las que se votó. En casos, ese crecimiento fue notable. Citamos el ejemplo mayor que es el de Tierra del Fuego, donde el voto blanco quedó en segundo lugar con el 21,1 por ciento del total de los sufragios emitidos. Cuatro años antes, en 2019, había sido de 7,1 el porcentaje de votos en blanco. Hubieron otros casos en los que el porcentaje de votos en blanco se duplicó, y en algunos (Neuquen) se multiplicó por seis.
De manera que es evidente que a un alto porcentaje de personas habilitadas para votar no les interesa hacerlo. El cansancio; el hastío; las promesas que no se cumplen; los engaños de campaña; la repetida costumbre de cargar con la culpa de los problemas a otros, cuando fueron elegidos para resolver problemas no para culpar a los anteriores; la altísima inflación cuando países vecinos tienen una inflación anual menor que la que Argentina tiene por mes; la desocupación; el trabajo en negro; la altísima pobreza; la falta de viviendas; la gente que decide emigrar ante la dolorosa realidad… y podríamos seguir sumando cosas.
Hay quienes tienen mayor grado de responsabilidad, pero la realidad demuestra que no solucionan los problemas ni mejoran la situación de la gente pese a todo lo que prometen. Habría que buscar por allí los motivos y entender, de esta manera, por qué a tanta gente no le interesa ir a votar.
A pesar de lo que se ve, se siguen escuchando discusiones que no conducen a nada, proyectos y discursos para la tribuna, mientras la situación del país empeora, pero la culpa no es del Gran Bonete. (Chajari Al Dia)
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